“No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo.” Con esta frase Michel Foucault nos recuerda que las personas evolucionamos a lo largo de los años, no somos seres estáticos. Nos adaptamos y cambiamos a medida que nuestra vida avanza. Esto mismo podría ser aplicado a la cultura, a la idiosincrasia de cualquier grupo social, de hecho, continúa Foucault, “si la genealogía plantea por su parte la cuestión del suelo que nos ha visto nacer, de la lengua que hablamos o de las leyes que nos gobiernan, es para resaltar los sistemas heterogéneos, que, bajo la máscara de nuestro yo, nos prohíben toda identidad.” Este es el colchón sobre el que queremos saltar, sobre el que queremos jugar a tirarnos de la cama para proclamar un único y ridículo dueño. Los problemas migratorios a nivel mundial están, desafortunadamente, a la orden del día, desde muros a pateras pasando por sobrecualificación o gentrificación. Estos flujos de personas recorren el planeta portando distintos sueños, pero todos escapan de una tierra que, en menor o mayor medida, se ha tornado hostil.
Abubukaka quiere satirizar sobre el tema, quiere cantarle a la brutalidad y terminar rebuscando en el absurdo de la identidad. Haciendo uso de las infames publicaciones que a menudo se vierten en prensa, redes o calles nos vestiríamos con esos intolerantes pijamas para gritar hasta el hastío ¡Primero los de aquí! a la vez que tenemos que hacer las maletas porque el barrio se ha encarecido y no nos lo podemos permitir. Así, en este nuevo proyecto, queremos ser fieles a lo que hemos venido siendo, usaremos la comedia, usaremos la música, usaremos la peluca, y a todo eso sumarle una mano externa, por probar qué pasa y, sobre todo, para no ser seres estáticos.
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