“Cuando tenía tres o cuatro años había dos cosas que me encantaban. Una era ir a la playa, sentarme y pasar horas jugando con la arena. La otra era inventarme historias de duendes y hadas”.

 

Así comienza el  espectáculo escrito por Claudio Hochman: una actriz que recuerda su infancia a través de la palabra, de los sonidos del mar, de la arena escurriéndosele por las manos y de las imágenes de sí misma proyectadas en una pantalla. A partir de ahí comienza la historia que se inventaba la actriz cuando era pequeña. Construía castillos con la arena y con elementos de la naturaleza creaba los personajes que se iba imaginando. Su personaje preferido era Puck, un duende travieso de la comedia “Sueño de una noche de verano”, de William Shakespeare, un poco atropellado, que confunde el azúcar con la sal, que hace y deshace historias de amor. Un duende apasionado por la hada Telaraña. El amor, como todos saben, hace que nos pongamos un poco más tontos todavía. 

 

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