Inma ha muerto, pero su relación con los vivos no deja de ser muy estrecha. Continuamente se aparece en los sueños de aquellos que la quisieron, su marido, su hijo... y quienes de alguna forma tuvieron que ver con ella y se resisten a olvidarla. Tal vez soñar es un espectáculo sobre la estrecha línea que separa la vida de la muerte, y sobre el amor que perdura más allá, o más acá, de la pérdida de un ser querido.