Lazarillo, el niño, vaga entre pueblos ruinosos, llenos de esqueletos de edificaciones que alguna vez fueron sueños de progreso. Pasa de mano en mano, sirviendo a amos y señores, aprendiendo de ellos duras lecciones de cómo sobrevivir.
We request your permission to obtain statistical data of your navigation on this website, in compliance with Royal Decree-Law 13/2012. If you continue browsing we consider you accept the use of cookies.